miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una cura para el amor


Roberto vivía en la vivienda más alta y grande de todo el barrio. Su casa era como un edificio de ocho pisos. En ella podía hacer todo lo que afuera no podía. Por ejemplo pasar por las puertas sin tener que agacharse.
Una mañana salió a hacer las compras, como solía hacerlo todas las semanas. Por supuesto se le dificultaba subir al ómnibus por su extremada altura de 3.50 metros. Al llegar al supermercado quedó deslumbrado al ver una chica con facciones muy exóticas y unos deslumbrantes ojos color miel, tenía el pelo largo y lacio. Sin embargo tenía un defecto: era de tamaño normal (pero de muy baja estatura para él) hasta se podía decir que era un poco petiza comparada con otras personas normales. En ese mismo momento ambos se miraron pero el sintió una tremenda angustia porque se había dado cuenta de que su amor era imposible. Volvió a su casa, pero no pudo dejar de pensar en ella durante varios días.
A la semana siguiente la encontró mientras ella estaba en un almacén y decidió seguirla de forma discreta, aunque no fue así. Al seguirla en la primera cuadra se choco un banco de la plaza y se rompió, en la siguiente cuadra un poste de luz y lo único que consiguió fue un gran chichón, llamar la atención de todo el barrio pero no la de la chica ¡y un tremendo lió! El poste no solo se cayó, sino que también dañó un auto que estaba debajo, el dueño de éste salió desesperado y a los gritos. Roberto tuvo que pagar los daños causados. Entre todo este lío perdió de vista a la muchacha.
Varios días estuvo angustiado por haber perdido a su amor, hasta que cayó enfermo. La familia de Roberto muy preocupada llamó a un médico porque no sabían que era lo que tenía.
Al rato sonó el timbre y este sorprendido notó que la doctora era la chica de ojos color miel.
Ella luego de revisar a Roberto notó que estaba en perfectas condiciones físicas pero que su dolencia era emocional, sufría mal de amores.
La doctora le recomendó que hable con la dueña de su dolor. Él muy avergonzado, le dijo que la causa de su dolor era el amor que sentía por ella. La doctora se sonrojó y le dio un pequeño beso en la mejilla.
A partir de ese día ella empezó a sentir lo mismo por el y todas las tardes salían a caminar por el parque y tomados de la mano se juraron amor eterno.
Autoras: Camila Noguera, Belén Vieiros, Mercedes Sartori y Andrea Giacoboni.

3 comentarios:

  1. Flor Boveri, Andru Giacobonioctubre 01, 2009 5:56 a. m.

    Que cosa màs romantica y tierna! hermoso cuento... Besos Daniela

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  2. ahiiiiiiiiiiii este cuento es el q mas me gusta es mui tiernoooooooooooooo=D
    espero q sigams creciendo todos juntos
    los amo
    andru,.

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  3. Me encantoo estee cuentoo... mas tiernoo! Ojalaa siguamoss con este proyectoo.. que esta muyy buenoo! Besos Daniela!!

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