martes, 27 de julio de 2010

Otro de los participantes del concurso...

Corazón de oro.

Hace algún tiempo hubo una familia muy pobre de apellido Favaloro que vivía en el barrio llamado EL Mondongo, habitado por inmigrantes. El papá era carpintero y la mama, modista.
Tuvieron un hijo, René, que nació en 1923 y con el tiempo demostró que había heredado una sorprendente habilidad con las manos.
En los potreritos del barrio apendió a amar al fútbol, ya que con sus amigos, Miguelito, Juan y Lautaro, jugaban a menudo.
En su habitación, solía pensar en el futuro, lo atraía la idea de ser doctor. Cada vez que se reunía a jugar con los chicos les hablaba de su sueño, ellos lo apoyaban.
Así fueron transcurriendo los años de su infancia, hasta que llegó el momento de tomar un nuevo camino.
René, se fue a estudiar medicina en la Universidad Nacional de La Plata, Lautaro fue a entrenarse para jugar fútbol profesional, Juan se hizo arquitecto, Miguelito estudió teatro.
Los que compartían juegos y charlas de amigos tomaron distintos rumbos.
René recibió su diploma en 1949. Y ejerció 12 años como médico rural en la localidad de Jacinto Arauz.
Fue muy querido y respetado por la gente del lugar, como lo demuestra la siguiente anécdota:
Un día tras haber atendido a una señora de bajos recursos, esta le dijo:
Señora:- Doctor, no tengo dinero para pagarle la consulta.
René:-No se preocupe. No me debe nada.
Señora: - Pero le traje un pollo a cambio.
René: - Está bien, lléveselo, su familia lo necesita más que yo.
Señora: -Por favor, acéptelo.
René: - Bueno, déjemelo, esta noche lo voy a cocinar, gracias.
Señora: -No doctor, gracias a usted por ser tan buena persona. Adiós.
René: - Vaya, tranquila, me debo a mis pacientes.
Dos años después de su radicación en La Pampa, llegó su hermano, también médico. Con grandes sacrificios armaron una sala de cirugía. Trabajaban doce horas al día y unos meses después lograron comprar el equipo de rayos x.
-Lo logramos hermano-Dijo René.
Pero el destino del joven no era ser un médico rural, siempre mantuvo su deseo de especializarse en las enfermedades del corazón, por eso viajó a Estados Unidos a la Cleveland Clinic, para acrecentar sus conocimientos.
René pasó diez años seguidos estudiando y practicando cirugías modernas.
Llego así su gran momento, la invención de la técnica del bypass, es decir, la cirugía directa de revascularización miocárdica, una técnica que desarrolló personalmente y que consistía en salvar las obstrucciones en los vasos sanguíneos al construir un puente entre dos venas o arterias.
El creador de esta técnica novedosa, llegó a la Argentina en 1971, siendo su mayor deseo que la medicina estuviera al servicio de la gente, y a pesar de que el apoyo del Estado no era suficiente, creo la Fundación Favaloro, con muchos esfuerzos.
Con el correr de los años la crisis económica del país fue acrecentándose, y la colaboración que recibía de algunas empresas no alcanzaba para mantener a la institución.
Fue así que se dirigió al Presidente de la República, solicitando su ayuda a través de la siguiente carta, en la que además, le confiesa que estaba atravesando por una profunda depresión, debido a todas sus deudas:
Al presidente, Fernando De La RUA:
Estimado Fernando:
Te escribo estas líneas porque nuestra Fundación esta al borde de la quiebra. Tenemos emergencias ineludibles que deben solucionarse en los próximos días. Necesitamos alrededor de seis millones de pesos.
No tengo conexiones con el empresariado argentino. A veces choco con algunos “peces gordos” como Amalita o Goyo Perez Compac. Por eso, uno de los pedidos que te hice en nuestra ultima charla era que utilizaras tu influencia para conseguir la ayuda que tanto necesitamos.
En fin, te ruego que influyas para conseguir una donación urgente, creo que es el camino más corto. Perdóname por el pedido. Te escribo desde la desesperación. Nunca en mi vida estuve tan deprimido.
Con el afecto de siempre…

Jamás recibió una respuesta a esta carta…
René no soporto ver su sueño deshacerse y decidió partir de esta vida, a la que tanto le había dado.
Este gran hombre sigue vivo en el corazón de cada argentino y su obra perdurará por siempre.
Es nuestro “corazón de oro” que llena de esperanza a la gente, que como él, solo buscan el bienestar de los demás…

Autor: Agustín Bastianello

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